Los primeros días
Urko Berrade nos cuenta su debut como ciclista profesional
Después de cinco años formándose vestido de ‘rosa’ Lizarte, dos como juvenil con el Club Ciclista Ermitagaña y tres de sub23 con nosotros en la Asociación Deportiva Galibier, Urko Berrade ha pasado a profesionales esta temporada con Euskadi-Murias. Este mes de febrero ha tomado la alternativa en el pelotón de los mayores tras una primera experiencia hace dos años en la Vuelta a Madrid con la Selección Española. Le hemos pedido que nos cuente su experiencia.
El Grand Prix La Marseillaise fue mi debut en profesionales. De salida me intenté meter en la escapada, lleno de ilusión y vitalidad. (risa) Había un puerto de salida y todos llevábamos la misma idea, así que se subió a toda mecha pero la fuga no se hizo. Un ataque que se fue sin mí fue el que logró establecerse en cabeza de carrera, así que me resigné a pasar el día entero en el pelotón…
Entonces ocurrió algo muy típico en profesionales y muy raro en amateur: el parón después de formarse la escapada. Yo flipaba: de repente todo el mundo echaba pie a tierra para mear y hacía bromas. ¡Íbamos a ritmo de entrenamiento suave! Esto en amateur no ocurre nunca: si se te ocurre parar, te quedas descolgado y es muy difícil volver al pelotón. Aquí, en cambio, es lo normal: el pelotón levanta el pie hasta que la fuga coge seis minutos y, entonces sí, se vuelve a activar para perseguir. Mis compañeros me decían que estuviera tranquilo, que ya vería lo que ocurriría cuando se abriera el gas…
… Pero no llegué a verlo del todo. A 30 kilómetros de meta, Mikel Aristi me dice que se le ha bajado el sillín de la bici. Él era nuestro hombre rápido y la llegada le venía bien, así que paré con él para ayudarle a regresar el pelotón una vez cambiara de bici. Reemprendimos la marcha rápido, pero la bici de repuesto necesitó otro ajuste y ya se nos hizo imposible volver al grupo principal. Tuvimos que retirarnos.
Después de Marsella tocó la Estrella de Bessèges. La verdad es que yo nunca había competido en febrero y, en ese sentido, noté los días de competición conforme pasaron las cuatro etapas. Fueron días de muchísima tensión y una media altísima; me dolía muchísimo el cuello de llevarlo estirado.
Me encontré más a gusto en la tercera etapa. Era un día con más subida y pasé el puerto bien. Mikel Aristi y yo éramos los dos únicos ciclistas del equipo que aguantábamos ahí cuando llegó el descenso y… se me fue de atrás la rueda. Me llevé un susto, me descolgué del pelotón y me vi abocado a la grupeta. Lo peor vino después. Aristi hizo 3º en meta, esprintando desde muy atrás pero con mucha fuerza. Quién sabe si hubiera logrado un mejor resultado de haber estado yo ahí para ayudarle… ¡Qué rabia!
El último día hubo contrarreloj. Acabé súper contento con mis sensaciones. De hecho, en meta era el 10º mejor tiempo o así. Sin embargo, quedaban muchos ciclistas por llegar y acabé el 73º.
Peor acabé en Vuelta a Murcia. En aquella llegué en la última grupeta los dos días y, por suma de puestos, me correspondió el último puesto de la general final. Pero bueno: es anecdótico, porque las sensaciones fueron buenas dentro de lo que cabe. Fueron dos etapas de 180 kilómetros, lo cual era un reto teniendo en cuenta que nunca he pasado de los 200 kilómetros en bici, ¡ni siquiera entrenando! Conoceré la sensación este fin de semana en el Tour de Haut Var: la segunda etapa dura 202 kilómetros.
La verdad es que noté mucho las horas de sillín en Murcia. Era una sensación de estar alargando el sufrimiento… Porque sentía que me quedarían unos 15 kilómetros o así para llegar a meta, pero echaba cuentas y en realidad restaban 60. Sin embargo, creo que la fatiga era más mental que otra cosa. A nivel de chispa, no me notaba particularmente mermado. Una vez iba en la grupeta, me daba igual hacer 20 kilómetros más que menos…
Una de las diferencias de haber pasado a profesionales es la rutina de la Universidad. Estudio ADE y llevo unas semanas en las cuales apenas puedo ir a clase el lunes por la tarde, el martes y como mucho el miércoles. Ya me habían dicho que, entre las competiciones y los viajes, ahora iba a disponer de menos tiempo, así que para este segundo cuatrimestre sólo me cogí tres asignaturas. Menos mal que luego, en marzo, tendré tres semanas consecutivas en casa para ponerme al día.