Crecen el cuerpo y la cabeza
Hablamos con Sergio Samitier sobre su evolución como ciclista
El principal objetivo del Equipo Lizarte no es ganar carreras, sino conseguir que sus ciclistas crezcan con la meta última de llegar a ser profesionales de la bicicleta si desean serlo. Una vez alcanzan este sueño, deben desarrollar su potencial trabajando en otros equipos donde también les cuidan y apoyan. No obstante, nos gusta seguir de cerca su carrera profesional; no ya desde un punto de vista deportivo, sino humano.
Hace dos semanas, en Ciclismo Real, hablábamos con Urko Berrade sobre sus primeras carreras como profesional. Hoy nos apetece charlar con Sergio Samitier, compañero de Urko en Euskadi – Murias, donde también figuran otros dos corredores con Carácter Lizarte: Óscar Rodríguez y Enrique Sanz.
Sergio Samitier está viviendo su segundo año como profesional. En el primero tuvo momentos buenos y malos. Particularmente, el inicio de temporada se le hizo un poco cuesta arriba. Encontrarse en una nueva categoría, con un nuevo pelotón, en nuevas carreras, fue un reto exigente.
En 2019 ha repetido prácticamente el mismo calendario de 2018: algunos trofeos de la Challenge de Mallorca, la Volta a la Comunitat Valenciana y la Ruta del Sol. Sólo ha borrado de la agenda Vuelta a Murcia y Clásica de Almería. Los mismos escenarios para unas sensaciones muy diferentes. Este año, ‘Sami’ ha sido competitivo, protagonizando escapadas de muchísimo mérito en todas las pruebas en las que ha competido, e incluso se clasificó entre los 20 primeros de la única etapa que disputó pensando en el resultado. ¿Qué ha cambiado? Él mismo nos lo explica.
Estoy muy contento con cómo ha comenzado el año. Quería empezar bien porque sé que un buen inicio ayuda a tener un buen año. En Mallorca, Valencia y Andalucía he gastado muchas balas escapándome en lugar de buscar puestos, pero me gusta. En el ciclismo hay pocos valientes y quiero ser uno de ellos. Por eso estoy creciendo con la misma trayectoria con la que crecí en amateur y busco la cabeza de carrera todo el rato.
La principal diferencia de este año al pasado es la cabeza. Siento que entreno lo mismo, que me cuido un poco más, pero sobre todo me noto una gran diferencia en el aspecto mental. Veo que los mejores del pelotón son muy buenos, sí, pero no los percibo tan lejos como antes. Creo más en mis posibilidades y todo me parece más asequible.
La cabeza lo es todo. Noto muchísimo que la mentalización marca cómo afronto la carrera. Si el día se plantea con tranquilidad, mi cuerpo se relaja de una forma tremenda. Voy todo el rato a cola del pelotón y se me aprieta la cara muy fácil cuando los fuertes aceleran. Me cuesta mover vatios que, en los días que estoy enchufado, alcanzo fácilmente. Es la cabeza, la cabeza…
El cuerpo también ha crecido, claro está. He pasado de estar acostumbrado a Lehendakaris de 100 ó 120 kilómetros a carreras que muchas veces llegan a 200. Noto que antes me sentía fatigado al cuarto día de competición y ahora, en cambio, hacer cinco me resulta fácil e incluso podría meter un par más. Me siento con más potencia y más vatios, también, aunque no sabría concretar cuántos.
La única diferencia en el aspecto de preparación es que ahora estoy trabajando con un nutricionista. Porque, aunque comas bien, siempre puedes pulir detalles. Por poner un ejemplo: ahora dejo dos horas de digestión antes de ponerme a pedalear, cuando antes desayunaba con el cullote puesto. Ese tiempo de asimilación que le permito al cuerpo me ayuda a entrenar y competir mejor.
No creo que haya crecido una barbaridad desde febrero de 2018 a febrero de 2019. En el ciclismo, por norma general, cada buen año de bici supone un paso adelante. Es una suma de experiencia, de evolución física… y, sobre todo, de cabeza. En mi opinión, la auténtica clave es progresar en el aspecto mental.