Esa voz que te ayuda
Eugenio Sánchez nos explica la utilidad del pinganillo en amateur
La introducción del pinganillo es una de las grandes novedades en el ciclismo Elite y Sub23 español esta temporada. Después de una década vedada, la posibilidad de que los ciclistas y sus directores estén en contacto mediante emisoras de radio bidireccionales fue aprobada este otoño por la RFEC.
Así, el pelotón amateur se ha visto poblado por un nuevo habitante. Su funcionamiento es sencillo. Cada corredor lleva en la espalda una pequeña petaca conectada a un auricular, normalmente insertado en el oído derecho, que permite recibir los mensajes de la frecuencia elegida por el equipo. En el cable hay un pequeño micrófono que se activa mediante un pulsador para que el ciclista pueda abrir su canal de audio y enviar mensajes. Por último, en el coche el director cuenta con su particular versión de emisor y receptor.
En el Equipo Lizarte comenzamos a utilizar el pinganillo el pasado 24 de marzo en el Ridley Memorial Momparler, prueba de Copa de España en la que se impuso Roger Adriá. Justo antes de la carrera, subimos unas Stories a nuestra cuenta de Instagram en las que Eugenio Sánchez nos desgranaba qué utilidad esperaba que tuviera el pinganillo.
La carrera va a ser más fácil de gestionar, porque podremos contactar con los compañeros y recibir información del director. En mi opinión no es una herramienta 100% necesaria, pero nos hará un gran favor a la hora de resolver problemas mecánicos, controlar escapadas, saber dónde hay que estar en cada momento… Será una fuente de información fiable que hará un favor a las categorías de formación; más que nada, por seguridad.
Esa era la expectativa. Ahora, veamos la realidad.
Eugenio Sánchez ha utilizado el pinganillo en dos carreras hasta ahora. En el citado Momparler, estuvo en la escapada y después se descolgó de la misma para tirar de Kiko Galván durante casi 50 kilómetros junto a José Félix Parra. En Torredonjimeno, su trabajo de equipo en favor de Roger Adrià y del propio Galván fue excelente: cubrió las fugas desde que sonó el pito y sólo se descolgó del grupo de favoritos por un cambio de rueda dentro de los últimos 20 kilómetros. Fue capaz de regresar al par de los mejores, pero ya estaba lógicamente desfondado y acabó cediendo de nuevo.
Tras estas dos experiencias, le preguntamos cómo usó el pinganillo y qué le aportó.
Aunque puedo escuchar mensajes tanto del director como de los compañeros, a la hora de la verdad sólo se entienden bien las órdenes de los técnicos. Juanjo Oroz va en el coche y apenas hay interferencias ni distorsión. Nosotros, en cambio, vamos en las bicis expuestos al viento, la lluvia… y, aunque pillas cosas, te quedas más con el contexto que con el mensaje en sí. Por la misma razón, es más fácil escuchar los mensajes subiendo, yendo más despacio, que en bajada o llano, donde el aire interfiere mucho por bueno que sea el auricular.
Juanjo Oroz sólo habla en tramos puntuales e importantes: cuando hay una fuga con alguien peligroso o hay que estar atento a los cortes. Creo que lo hace para darnos un plus de concentración.
Sin embargo, está bien que la mayor parte del tiempo no hable. No puedes ir todo el rato dependiendo de las indicaciones del director: necesitas escuchar también a tus sensaciones. Si siempre dependes de qué te dicen, sólo harás lo que te digan. El ciclista necesita comprender la carrera por sí mismo.
Yo hablé bastante por el pinganillo. Al final, quieras que no, es algo nuevo, que llama la atención y quieres utilizar… Aun así, en Momparler lo utilicé bastante más que en Torredonjimeno, que al llover no se oía bien. En Momparler, en cambio, me metí en la fuga y fui informando al coche de cómo marchábamos: de los corredores importantes que había, de la colaboración… Compartir esa información ha sido la gran utilidad del pinganillo, porque la Radio Vuelta siempre informa con cierto retraso y desde una perspectiva neutral.
En Torredonjimeno me fue muy útil cuando sobrevino el problema de la rueda. Previne al coche y Juanjo Oroz me indicó que me parara en una zona de subida para que fuera más fácil atenderme y para que me fuera más sencillo recortar y regresar al grupo. Con los nervios, no hubiera caído en eso: podría haber parado en una bajada y eso hubiera hecho más difícil mi regreso al grupo de favoritos.
Otro aspecto interesante del pinganillo es recibir indicaciones y ánimos en momentos de sufrimiento. Por ejemplo, un: ‘Sigue sufriendo 200 metros más, que después viene un llano’. Aunque pueda parecer molesto porque vas al límite, en realidad te anima a mantener el sufrimiento. El cuerpo te levantar el pie porque, verdaderamente, te sientes mal. Escuchar una voz apoyándote, que cree que puedes conseguirlo y confía en ti… Ayuda a seguir esforzándote al máximo.
Me ha gustado mucho, también, poder ir escuchando el desarrollo de la carrera desde lejos una vez me había descolgado. Nunca lo había vivido. Escuchas al director decir: ‘Venga Iván, sigue ahí…’ y tú te vas haciendo un esquema mental de qué va pasando. Sigues pensando en la carrera aunque en realidad vayas varios kilómetros detrás. Vivir esa tensión una vez ya has cumplido con tu trabajo, saber que tus compañeros están rematando la faena, te hace sentir muy bien por dentro.