Dejar el ciclismo
Miguel Mujika nos explica su decisión de colgar la bicicleta
¿Quieres llegar a profesionales?
A veces, las preguntas más sencillas encierran las respuestas más complejas. Es el caso de ésta que encabeza el texto. Se la planteamos a todos y cada uno de los ciclistas que fichan por el Equipo Lizarte cuando preparamos su ficha para la página web del equipo.
No todos los deportistas de alto rendimiento ambicionan ser profesionales del deporte. Sus pedaladas, sus carreras, sus goles, pueden ser solo pasos en un camino que termine alejándoles de la competición.
No es una pérdida de tiempo; es, simplemente, el destino que cada uno elegimos libremente. No es una decepción ni una cobardía: muchas veces, la decisión de renunciar al deporte es más difícil y más valiente que la contraria, de continuar y obcecarse.
Cuando le preguntamos si quería llegar a profesionales, Miguel Mujika contestó lo siguiente:
¿Por qué no? Este año veré. Tengo que conocerme, verme en este mundillo. No sé, no lo tengo claro. Me gusta mucho el ciclismo y andar en bici, pero todavía no sé cuál es la realidad de dedicarse a la bici. Este año veré.
Después de un correcto debut en la temporada 2018, Mujika completó una excelente primera mitad de 2019 en la cual fue esencial para alguna de las mejores actuaciones del Equipo Lizarte. Su gran momento deportivo fue segado de cuajo por una fractura de escafoides. Sin embargo, para aquel entonces ya había decidido dejar el ciclismo. Su elección, y la historia personal y deportiva que se esconde tras ella, nos las explica a continuación.
La primera vez que se me cruzó por la cabeza la idea de dejar la bicicleta fue la pasada temporada.
Verás: mi primer año de sub23 fue mi último año de Bachillerato. Tenía el objetivo de estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CCAFYD) en Vitoria y busqué sacar la mejor nota media posible. Conseguí un 8. Sin embargo, en Selectividad me fue mal y no logré la nota mínima para entrar en Vitoria.
En ese momento dudé por primera vez, pero tomé la decisión de matricularme en Magisterio de Educación Física en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) con objeto de poder compaginar los estudios con el ciclismo. En el primer semestre aprobé con buenas notas, pero ya notaba que no era lo mío. En el segundo [coincidente con el inicio de la temporada 2019] ya comenté con mis padres, con Juanjo [Oroz, director deportivo de la Asociación Deportiva Galibier] y con Iosune [Murillo, entrenadora] la posibilidad de hacer CCAFYD en una universidad que me alejara de Navarra y, con ello, de la bici.
Todos me comprendieron y apoyaron en cualquier decisión que quisiera tomar. La opinión de Iosune, sobre todo, fue muy importante para mí. Ella sabía mejor que nadie cuánto me interesaba la carrera y lo bien que encajaba conmigo.
A este nivel [la categoría sub23], el ciclismo ya exige que dediques una parte muy importante de tu vida, cuando no toda. No es sólo entrenar: es cuidarte, es comer bien… Una vida muy dura que tiene que gustarte mucho para merecer la pena. Mientras que la he hecho, he estado muy a gusto aun siendo consciente de que, por mi rendimiento, tenía muy difícil llegar a profesionales. En el Equipo Lizarte he sido muy feliz, he cumplido siempre y he ayudado en todo lo posible. Si me hubiera inclinado por continuar siendo ciclista, hubiera seguido aquí sin duda.
La fractura de escafoides me metió en una depresión bestial. Se me vino el mundo encima. Ya había dejado la carrera para irme a estudiar fuera, un trance difícil del cual el ciclismo me ayudó a salir. Estaba viviendo mi mejor momento como deportista; había hecho un buen trabajo en Bizkaia Saria y Volta a Castelló, dos vueltas que ganó el equipo, y justo en ese momento sobrevino la lesión. Me dolió porque me impidió hacer las pruebas físicas para entrar en CCAFYD en León, que fueron justo dos días después de la caída, y porque además se alargó muchísimo. Fue la puntilla para dejarlo.
Por fortuna, a principios de julio me comunicaron que entraba en Salamanca, donde estoy estudiando ahora. Ahora solo pienso en sacarme la carrera bien y, por qué no, en regresar al ciclismo en el futuro. Ya fui a alguna carrera como auxiliar con Manolo [Azcona] y me encantaría volver a la AD Galibier, ya sea con el Equipo Lizarte o con el Equipo Kern Pharma, para seguir aportando mi granito de arena como técnico. El ciclismo me ha dado mucho y quiero devolvérselo.
Ahora que no me dedico al ciclismo, noto que mi día tiene mucho más tiempo. Antes, entre entrenar y estudiar, tenía el día copado. Ahora sigo practicando deporte porque me gusta, pero no me cubre el día y siento que tengo tiempo para todo.
Lo que más estoy haciendo en este momento es ‘trail’ [carreras a pie por la montaña]. En Salamanca ni siquiera tengo bicicleta, pero en casa pienso seguir montando. Los colegas de grupeta como Sergio Araiz, Unai Esparza, Julen Amezqueta o Diego López son grandes amigos míos y me gustaría seguir andando en bici con ellos de vez en cuando.
El ciclismo ha sido muy importante en mi vida. De pequeño yo tenía problemas de hiperactividad, y el colegio me costaba: era demasiado nervioso e impulsivo y no me concentraba en clase. Gracias al ciclismo he aprendido a controlarlo y a organizarme la vida mejor que nunca. También he ganado muchísimas amistades, he conocido un montón de lugares y he aprendido que todo lo valioso requiere un esfuerzo.
Los dos mejores recuerdos que me deja el ciclismo son de cuando corría en juveniles con el Club Ciclista Estella junto a Sergio Araiz. Uno es mi victoria en el Campeonato de Navarra, en Alsasua. El otro es la carrera de Tafalla en la que Sergio fue 1º y yo 3º. Fue un carrerón: nos metimos juntos en una fuga y entre los dos logramos resistir todos los palos y ataques para conseguir el triunfo. Antes de la carrera decíamos: “A ver si somos capaces de llegar de la mano, como los Lizarte”. Y luego, con el paso de los años, los dos pudimos disfrutar juntos de la experiencia correr en el Equipo Lizarte.
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